A lo largo de la historia, la proporción áurea ha formado parte de múltiples proyectos artísticos como pinturas, edificios, fotografías, etc. En el arte ha sido incluido en los aspectos compositivos de la obra con motivo de buscar una armonía visual lo más cercana posible a la perfección. Una perfección que el matemático Luca Pacioli denominó de “divina proporción” en 1590. Representada por la letra griega Phi en honor al escultor griego Fidias, la sección áurea se representa con el número áureo: 1,618034. Fue descubierta en la antigüedad como una relación o proporción que se encuentra en numerosos aspectos de la naturaleza, formando el símbolo de la espiral.

Leonardo Pisano Fibonacci fue un famoso matemático italiano que descubrió un conjunto de infinitos números que siguen un orden y mantienen una relación entre sí (serie numérica). Por medio de la suma de dos términos consecutivos, se obtiene el siguiente a ellos, dando como resultado la siguiente serie:

  • 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55…
  • 1+1=2, 2+1=3; 2+3=5; 3+5=8; 5+8=13; 8+13=21; 13+21=34; 21+34=55…

La relación entre estos números se encuentra al dividir cada número entre su anterior, es decir, al dividir dos términos consecutivos de la serie. El resultado se aproxima al número áureo: 1,618… también llamado número Phi; un número irracional con infinitos decimales. Si trasladamos estas medidas sobre un eje plano y representado mediante rectángulos compositivos, el resultado es el siguiente:

 

 

 

 

 

 

La línea que une los cada uno de los rectángulos compositivos se delimita como una función en forma de espiral conocida como espiral áurea. Esta espiral logarítmica es el patrón que se puede encontrar en las formas de la naturaleza, como en conchas marinas, caracoles, girasoles, pétalos de flores, semillas, diferentes tipos de vegetales y un largo etcétera. La razón de crecimiento de la espiral logarítmica es, precisamente, el número Phi.

Comienzan de este modo a integrarse las ideas aritméticas en la producción artística como una señal de concordancia ante el crecimiento y el dinamismo ocurrido en las formas de la naturaleza. Además, su simbología mística y sus cualidades estéticas llamaron la atención de los artistas y comenzaron a incluirlas en sus obras desde el punto de vista de la composición artística. Es por ello que los estudios aritméticos han revelado el empleo estructural de la proporción áurea en grandes obras de arte de la antigüedad.

La proporción áurea es una de las composiciones más interesantes que se han usado desde las edades tempranas de la historia del arte. Aunque los últimos estudios afirman que hay constancia del conocimiento de la proporción áurea en civilizaciones tan antiguas como Babilonia y Asiria, su uso en el arte comenzó en la civilización egipcia, ya que se encuentran en las colosales pirámides de Egipto. De Egipto pasó a la civilización griega antigua y se ha encontrado de forma numerosa en las creaciones artísticas y culturales clásicas, como en el Partenón de Atenas, así como en multitud de esculturas, estructuras y edificios simbólicos. Desde la Antigua Grecia, la perfección de las formas y proporciones pasó al Imperio Romano, y fueron una forma de composición a lo largo de las manifestaciones artísticas posteriores.

El número áureo fue una gran herramienta que sirvió de ayuda para superar los problemas que suponían la realización de las mediciones en la anatomía humana, lo que sirvió en gran medida en escultura y en pintura ya que consiguieron llegar a crear las proporciones exactas. A pesar de que la composición áurea se encuentra a lo largo de gran parte de la historia del arte, fue en el Renacimiento cuando cobró una mayor importancia, recogiendo precisamente las teorías artísticas del Clasicismo griego y las ideas filosóficas del Humanismo (que engrandecía la figura del ser humano y su divinidad). El propio Da Vinci consideraba este tipo de composición como un reflejo claro de la proporción humana y la usa en sus cuadros en considerables ocasiones, así como Miguel Ángel o Durero entre muchos otros, pasando por todas las épocas del arte hasta el siglo XX. Incluso en la actualidad se sigue utilizando la proporción áurea como un método de composición en el arte pictórico y arquitectónico.

Desde la antigüedad y al percatarse de que la proporción áurea se encuentra en una gran cantidad de elementos de la naturaleza, se le ha asignado un carácter divinizante, entendiéndola como la proporción natural más perfecta. La ciencia ha avanzado mucho desde entonces y el número áureo se ha podido encontrar en otras partes de la naturaleza con una gran dificultad de medición, como pueden ser los tornados y huracanes, las constelaciones e incluso se piensa que también se puede encontrar en los agujeros negros y en la estructura dinámica microscópica de algunos cristales. La razón por la cual el número áureo se manifiesta en la naturaleza de forma persistente y constante, constituye hoy en día uno de los mayores misterios.

Pero la naturaleza también nos conduce a otras connotaciones intrínsecas, como la belleza, la fertilidad, la paz interior, el descanso, la calma o la concepción de la perfección armónica. Por ello, lo que tanto llama la atención de los artistas de esta secuencia matemática es la misteriosa relación entre los números y la concepción de la belleza, en una búsqueda constante de la composición establecida en una armonía perfecta.

Las grandes implicaciones que ha tenido la proporción áurea en el arte poseen una gran importancia para su estudio, y es vital para el entendimiento de la concepción y creación de las obras, pero hay que recalcar que la proporción áurea es un modo más de composición entre los muchos establecidos dentro de las formas geométricas, ya que al hablar de composición artística estamos nombrando a una de las materias básicas y principales a la hora de concebir cualquier tipo de obra. Por ello no debemos olvidar que existen multitud de composiciones y, a pesar de que el uso del número áureo ha sido significativo y se ha estudiado e investigado en innumerables ocasiones, no es la única forma compositiva.

Diego Peláez.