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El terreno sobre el que iba a tener lugar el duelo se distinguía claramente en dos partes: el frente oriental, con capital en St. Petersburgo, estaba formado por cinco vías, como las cinco líneas del pentagrama: tres caminos de tierra y dos ríos. El frente occidental, con sede en Londres se dividía en cuadrículas claras y oscuras.

 

Dos Reinas, acompañadas de Reyes consortes, dirigían ambos frentes, el Oriental estaba comandado por una blanca gobernanta, Yuliya Veysberg, inevitablemente encantadora, ya que había nacido el día de Navidad. El frente Occidental era dirigido por la Reina Negra, Vera Menchik, de origen ruso, como su rival, pero asentada ya en Londres, tenía la elegancia de una dama británica, con gran capacidad de estrategia en sus bellas partidas[1].

 

La compositora rusa, se veía las caras con una de las mejores ajedrecistas de todos los tiempos[2].

 

Vera Menchik hizo avanzar a su infantería, y, ante una señal de Yuliya, de unos de los caminos surgieron cientos de conejos[3]. Los soldados se rieron de ellos, dispuestos a atacarlos, pero los animales se escondían veloces en las madrigueras antes de que pudieran hacerles nada. A pesar de lo inofensivo de los conejos, lo cierto es que desaparecían y volvían a aparecer en los lugares más insospechados, rodeando en ocasiones al rey. Los peones los perseguían confusos sin saber dónde atacar. Finalmente, a la Reina Negra se le ocurrió traer hurones para espantar a los animales, pero la oscura infantería de Vera Menchik acabó tan agotada que abandonó la partida.

 

Aún así, la reina del ajedrez confiaba en el resto de su ejército, e hizo salir a sus caballeros, que avanzaron a grandes saltos hacia el frente de la reina de la ópera infantil. Yuliya sonrió, y ante otra señal de la rusa, varias sirenas[4] surgieron de unos de los ríos del frente oriental, y comenzaron a cantar. Los caballeros sintieron que todos sus músculos flojeaban y se olvidaron de pelear. Seducidos por aquellos cánticos mágicos, se introdujeron en las aguas del río, desapareciendo para siempre.

 

Los obispos del ejército de Vera Menchik contemplaron aquello horrorizados, y se taparon los oídos con la cera de sus cirios, para no escuchar sus cánticos. Luego corrieron a espantar a las paganas sirenas con poderosas oraciones, que hicieron que estas criaturas del agua se escondiesen en lo más profundo del río para no volver a salir.

 

La reina Veysberg no se rindió y llamó a sus gansos, éstos aparecieron siseando amenazadoramente, y espantaron a los obispos con dolorosos mordiscos de sus picos serrados.

Yuliya se echó a reír, y le gritó a Vera:

-¿Pensabas que sería muy fácil vencerme, verdad?, no voy a entrar tan rápido en el club de Vera Menchik[5].

La Reina Negra sonrió con condescendencia.

Animada por su reciente victoria, Yuliya llamó a sus cisnes[6], primero salieron volando los cisnes blancos, dispuestos a atacar a las Torres, pero su lento vuelo en dos tiempos, los hacía demasiado calmosos, y fueron atrapados fácilmente con unas redes. Entonces la Reina Blanca hizo salir a los cisnes negros, con un vuelo de un solo tiempo, mucho más veloces, y sobrevolaron en círculos a las torres hasta marear por completo a los soldados que las custodiaban. Aprovechando esa debilidad momentánea, Yuliya hizo un veloz movimiento para acorralar al Rey Negro. Pero Menchik, viéndolo venir, apartó a su rey y se abalanzó sobre el Rey Blanco gritándole:

-¡Estás atrapado, Andrei! ni tu padre, el gran Rimsky-Korsakov, podría salvarte con sus mejores composiciones[7].

La Reina Blanca se giró y se dio cuenta de que Vera tenía razón, había desprotegido al rey, y el jaque mate era claro.

 

Pero, de pronto, ocurrió algo que ninguna esperaba. Un atronador sonido se acercaba al terreno del duelo, un horrible ejército estaba dispuesto a destruir y dominar toda Europa, tanto en el frente occidental como en el oriental. Portaban una bandera con una terrorífica esvástica, y sus aviones de guerra sobrevolaron el lugar, cubriéndolo todo de oscuros nubarrones[8].

Las dos reinas sabían que todo estaba perdido, y se acercaron para darse la mano amistosamente.

-No olvides nunca- le dijo Yuliya a Vera- que más allá del oscuro techo, siempre estará el cielo[9].

Las bombas empezaron a caer, y todo se cubrió de negro, mientras se escuchaban los largos sollozos de una canción de otoño[10].

 

[1] Vera Menchik destaca por sus partidas de ataque, con un estilo de juego ambicioso e incisivo.

[2] Vera Menchik es la mujer que más años ha ostentado el título de campeona mundial, desde 1927 a 1944. Yuliya Veysberg fue una compositora rusa sobre todo de géneros vocales, y sobre todo para niños.

[3] Referencia a su ópera infantil de 1937 A Little Rabit’s House.

[4] Referencia a su ópera “La Sirenita”, basada en el cuento de Andersen.

[5] Cuando Menchik entró en el torneo de ajedrez de Carlsbad en 1929, un maestro vienés llamado Albert Becker la ridiculizó diciendo despectivamente que cualquier jugador que fuese vencido por ella entraría en el “Club de Vera Menchik”. El propio Becker fue el primer miembro del “Club”.

[6] Los gansos y los cisnes hacen referencia a su ópera infantil Geese-Swans

[7] Yuliya se casó con el musicólogo Andrei Rimsky-Korsakov, hijo del célebre compositor ruso Nikolai Rimsky-Korsakov.

[8] Yuliya murió durante el sitio de Leningrado por parte de los nazis, Vera en un bombardeo nazi a Londres.

[9] Referencia a su composición musical Le ciel est, par-dessus le toit, basada en el texto de Paul Verlaine.

[10] Referencia a su composición musical Chanson d’automne: Les sanglots longs. Basada también en otro texto de Verlaine

 

VENCEDORA: Vera Menchik

 

(Silvia Pazos Hermida)